Quiero decirte que lo siento, que te echo de menos
Que de to’ lo que ha pasa’o, nena, yo me arrepiento
Te quiero todavía, no pienses que ya te di por perdi’a

¿Se encierran tus hijos en la ducha con una altavoz de esos bluetooth que se oyen como si estuvieras en una discoteca y no hubiera un  mañana? Los míos sí. A menudo. Y, ¿sabes? ¡Me encanta!

Al principio me molestaba por el ruido. O te pones a bailar a su ritmo o intentas aporrear la puerta del baño para que te escuchen y bajen la música. Cuando salen simplemente dicen, papa, lo siento. 

Debo confesar que con el tiempo me he acostumbrado a esto y viendo que jamás venceré a enemigos superiores, he decidido disfrutar de su música. Ahora incluso me descubro buscando alguna canción suya que me gusta en Spotify. Las guardo en mi lista y hasta las cantamos cuando vamos juntos en el coche.

Bueno a lo que iba. Me viene al pelo el estribillo de la canción de  Abraham Mateo y Ana Mena ya que hoy quería hablaros del poder de la disculpa. Es infinito.

Cuando la cagas con alguien que quieres y le pides disculpas de forma sincera, es la leche. Creces como persona y ya no te digo si es por un tema de trabajo con un compañero o con el superior de turno. Cuando pides disculpas valoras más la relación con la otra persona que a tu ego, ¿no te parece? ¡Qué caña vencer a tu lado oscuro!

¿Porqué nos cuesta tanto disculparnos? Dicen que los hombres lo pedimos mucho menos que las mujeres. Yo me he encontrado de todo. Qué más da, ¿no? Pedir perdón siempre cuesta. Yo creo debe ser porque pensamos que perdemos poder frente al otro o que mermamos nuestra autoestima. !Chorradas psicológicas de esas que atormentan!

Hay que ser práctico y quien quiere mantener buenas relaciones y ser productivo, sabe hacer uso de una buena disculpa.

A mi me va muy bien el siguiente sistema:

  1. Siento que «estoy en pecado». Yo lo llamo así. Sabes que las has cagado. Es el primer síntoma. Tu vocecita interior te avisa. Te sientes mal contigo mismo. No problem. ¿Quién quiere ser perfecto?
  2. A la primera ocasión que se te presente, coges a tu amigo, compañero o familiar, y le miras a los ojos y les dices que lo sientes. Que has metido la pata. Esperas dos o tres segundos en silencio y añades que te has paso dos pueblos. O uno. O tres, da igual. Y que harás todo lo posible porque no se vuelva a repetir. Sí, así como hizo el rey emérito Juan Carlos I cuando volvió  de cazar al pobre elefante en Botswana y lo pillaron con el carrito del «helao».
  3. No seas ambiguo ni te líes. Rápido y al grano. Lo siento, por favor, perdóname. No volverá a pasar (suceder suena a guión de película y no cuela).
  4. No pongas excusas que te meterás en un jardín. Recuerda «que el que se excusa, se acusa«.
  5. Hazlo con un lenguaje corporal adecuado. No seas brusco, ni intimides, ni grites.
  6. No es un monólogo. Procura no interrumpir cuando hable el otro. Habla el 20%, escucha el 80.
  7. Si consigues transmitir tu sentimiento a la otra persona, que lo harás porque la valoras y la quieres, te responderá dándote las gracias. Si tienes una relación estrecha, un abrazo es lo mejor
  8. Procura que sea una disculpa sincera. Se nota enseguida si vas de listo.
  9. Intenta no cagarla a menudo con el mismo. Las personas tenemos una paciencia limitada. Disculparse es como quitar un clavo clavado en una puerta de madera. Lo haces pero siempre queda la señal.

Empieza haciendo prácticas con algo sencillo como por ejemplo cuando entras en el bar y acaban de fregar y pisoteas o bien se te olvida poner papel en la impresora o llegas con retraso a una cita. Lo que vengo a decirte es que antes de pedir disculpas a tu pareja por una ruptura sentimental o a tu jefe por algo importante, es bueno practicar con temas menores.

En cuanto hayas reconducido, tu relación será mucho mejor. Más productiva con esa persona. Ganarás autoestima y eso te hará mucho más fuerte. Más seguro, más rápido.

Si no pides disculpas un mínimo de tres veces a la semana, es que vas mal. O eres discípulo de la madre de Teresa de Calcula o bien es que no haces nada. Incluye en tu agenda el número de disculpas a la semana como métrica de mejora de tu comunicación o liderazgo y verás eres una persona nueva antes de un  mes.

Hola, me llamo Álvaro Navarrete y soy consultor de Pymes especializado en implantar sistemas y métricas que te hagan ganar dinero y así convertir tu Pyme en SuperpPyme.

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