En el trabajo, soy muy organizado y suelo fijarme plazos que sé que puedo cumplir. Me molesta que me atraquen o que me dejen cosas encima de la mesa a última hora. Esto del pim, pam, pum no me gusta. No sale bien. Trabajar con urgencias es como llevar puesto un reloj que siempre atrasa, que nunca marca bien la hora y nunca tienes un buen control de tu tiempo.

Lo urgente puede esperar, lo importante no. Deja de hacer lo urgente. No suele pasar nada.

He aprendido que muchas veces se confunde la urgencia con la importancia y se pone más atención en las cosas que simplemente necesitan ser hechas rápidamente, en lugar de enfocarse en las tareas realmente importantes para lograr objetivos a largo plazo. No creo que te descubra nada con ello.

Me considero una persona flexible y al trabajar por proyectos para varios clientes, sé que hay que implicarse y ser flexible cuando hay que correr, pero debo decir también que, por experiencia, sé que ese tipo de trabajos con la banderita de “urgente” han pasado antes por las manos de otra persona que se ha olvidado de hacerlos. Y yo tengo que cambiar ahora mi planificación o bien trabajar más horas para sacar las castañas del fuego, una vez más, al listo de turno. Tampoco me importa. Hoy por ti, mañana por mí.

Lo que realmente me molesta es cuando la palabra URGENTE se prostituye y no lo es verdad; solo se hace por aquello de meter presión en el equipo a ver si cuela. Esa trampa sirve solo a medio plazo porque enseguida se sabe quiénes son los mentirosos del equipo. Me refiero a determinadas circunstancias y personas que hacen un abuso reiterado de su posición.

Dos lecciones aprendidas. La primera es que si en tu vida destacan las cosas urgentes, a no ser que seas Elon Musk y tengas un unicornio, eso es sinónimo de mala planificación, de ir a salto de mata, “como P*** por rastrojo”, que decían en el pueblo. Y la segunda es que no hay duda de que hay que ser flexible, pero educando a los que retrasan los trabajos. La mejor forma de acabar con tus ladrones de tiempo es mandarlos a la cárcel. ¡Estás nominado!

Me llamo Álvaro Navarrete y sé crear sistemas en tu empresa que reduzcan las urgencias y te permitan concentrarte en lo importante, que es ganar dinero y hacer felices a tus empleados y clientes.