¡Hola a todos!

Soy un director general cualquiera. Estoy aquí para hablaros de lo que realmente pasa por mi cabeza los lunes por la mañana: los lunes son una verdadera mierda.

Después de un fin de semana de fiesta y excesos, la última cosa que quieres hacer es enfrentar el desafío de liderar una empresa. Pero ahí estás, arrastrándote hacia la oficina con uno o dos cafés y una sonrisa forzada en la cara.

Por supuesto, intento ser un buen líder. Me gusta escuchar a mi equipo, motivarlos y establecer objetivos claros. Pero a veces, casi siempre…, las cosas simplemente no salen como uno quiere. Los proyectos se retrasan, los clientes se quejan, incluso alguno, ¡no me paga! y el equipo parece estar más interesado en el café que en el trabajo.

Sí, lo reconozco. Uno de mis mayores dolores de cabeza son los problemas con el personal. No importa cuánto tiempo les dedique. Hay días en los que me pregunto si estoy haciendo algo mal o si simplemente es imposible tener un buen equipo. Pero luego recuerdo que la perfección no existe, y trato de centrarme en solucionar los problemas y ayudarles en lo que puedo.

Hablando de dolores de cabeza, el tema de la liquidez es como una resaca que nunca se acaba. El impago de un cliente es como ese último chupito que te tomas después de la décima cerveza: puede que parezca buena idea en ese momento, pero luego te arrepientes. Y en mi caso, uno de mis mejores clientes y amigo personal, incluso hicimos el IESE juntos (¡manda huevos!)- se ha olvidado de que el dinero es una cosa importante para la empresa. Y claro, eso ha sido como una patada en los h*****. He tenido que hacer malabares con los proveedores, los empleados y mi cuenta bancaria para mantener todo en orden. ¿Quién dijo que la amistad y los negocios no mezclan? Claramente no han estado en mi piel.

Luego están esos momentos en los que me pregunto si todo esto vale la pena. A veces, parece que el mundo está en contra de las pymes y los empresarios. La burocracia, los impuestos, las regulaciones… todo conspira para hacernos la vida aún más difícil. Y entonces, sale el idiota de turno diciendo que España no es un país de empresarios. ¿En serio? ¿Acaso no ve que de cada 100 empresas, 93 son pymes? ¿No se da cuenta de que detrás de cada negocio hay personas que arriesgan su dinero y su tiempo para construir algo? Es fácil criticar desde fuera, pero cuando estás al frente del negocio, te das cuenta de que cada día es una batalla para mantenerse a flote.

Lo peor de todo es que, a menudo, me siento atrapado en mi propio trabajo. Mi propia mierda. Siento que todo el peso del éxito o el fracaso de la empresa está en mis hombros. A veces, me gustaría poder decir «¡A la mierda todo!» y desaparecer en un bar durante toda la semana.

Pero claro, también hay momentos en los que siento que estoy al borde del precipicio, a punto de caerme. Por eso, mi secreto para mantener la cordura es mi rutina de correr y escuchar música o mi podcasts favorito. Es como si mi cuerpo y mi mente estuvieran en una carrera para ver quién pierde más el aliento. Pero al menos, cuando corro, tengo el control. Escucho un buen podcast, tal vez sobre negocios, tal vez sobre deportes, tal vez sobre la última teoría conspirativa que está circulando por ahí. Lo importante es que me ayuda a desconectar de los problemas del trabajo y centrarme en el momento presente. Y cuando vuelvo al despacho, estoy listo para seguir adelante, incluso si es hacia otro precipicio.

Pero al final del día, sé que tengo que seguir adelante. Tengo que tomar decisiones difíciles, delegar siempre que puedo, hablar con clientes insatisfechos y asegurarme de que el equipo y yo estemos en viendo la misma página del libro.

En resumen, los lunes pueden ser una verdadera mierda. Y como director general o dueño de negocio, tengo que lidiar con todo lo que se me presenta. Pero al final del día, sé que soy capaz de superar cualquier desafío y llevar a mi empresa al éxito. Y si necesito una buena cerveza fría después del trabajo, bueno, tal vez eso también sea parte de ser un buen líder.

Después de 1040 malditos lunes, puedo decir que he pasado veinte años en este mundo empresarial. He visto cosas que no creeríais: trifulcas con socios, con proveedores, dramas con clientes y peleas entre colegas. Pero también he experimentado la satisfacción de construir algo desde cero y verlo crecer. Es cierto que el camino no ha sido fácil, pero no cambiaría mi papel como Director General por nada en el mundo. Seguiré luchando por mis sueños y por el éxito de mi empresa, y a la mierda con quien piense que no somos un país de empresarios. ¡Por muchos lunes más y muchos más años de éxito!

Gracias por leerme. Me llamo Álvaro Navarrete y desde hace más de veinte años ayudo a los dueños de negocio a simplificar su vida, convirtiendo su pyme en superpyme. Dios, !cómo me gusta ayudar!

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