El trabajo en equipo está muy bien pero siempre vendrá después de una gran idea y esa gran idea, vendrá de una sola mente que seguramente será la tuya.  O debería serlo…

Las grandes ideas surgen de líderes excepcionales. Piensa en Amancio Ortega y Pablo Isla de Inditex, Ana Botín del Santander, Elon Musk de Tesla, Carmen Riu de Hoteles RIU, Juan Roig de Mercadona, Tim Cook de Apple o Howard Schultz de Starbucks, ¡son auténticos gigantes! Cada uno tiene su estilo, pero estoy seguro de que no buscan el consenso al crear su idea. Aunque, por supuesto, lo buscan para ejecutarla. Piensa en quienes admiras, ¿verdad que es así?

Ahora bien, hay una gran diferencia entre pequeñas y grandes empresas. En las pequeñas, suele haber una especie de ‘dictadura’ liderada por un jefe. En cambio, a medida que una empresa crece, se busca un equilibrio más democrático. En las grandes, se valora la colaboración y la apertura a distintas perspectivas, pero no caigas en la trampa. Aunque es clave para ejecutar, no sirve en absoluto para la creación de grandes ideas.

Mi punto de vista es este: detrás de una gran idea está la mente inspirada de un líder y no del equipo. Las ideas brillantes, los proyectos ambiciosos, los grandes sueños nacen de una sola persona. Es completamente humano, ya que, al éxito o al fracaso, y a los riesgos que esto conlleva, les damos la cara como dueños de pymes. Los equipos están después para afinarlas, valorarlas y llevarlas a cabo de forma eficiente y económica. Lo uno no es ni mejor ni peor que lo otro. Se complementan ¿A caso es mejor la estrategia que la ejecución? Ese no es para mi el punto. ¿Por qué digo esto? Pues porque a menudo veo pymes que carecen de ideas, ni grandes ni pequeñas, y que esperan que el equipo tenga la gran idea. No te engañes. Esa es tarea del CEO o del Consejo, si los hay. Si te sientes identificado, al menos no pienses que el equipo resolverá tus problemas. No. La solución parte de ti y, después, de tu habilidad para contagiar al equipo con la pasión de llevar la idea a cabo.

En resumen, la moraleja es sencillísima: cuando tengas una buena idea para el negocio, cuídala como si fuera el tesoro más valioso. Luego, es cuando el equipo entra en acción. Comienza a compartirla y a venderla. ¡Ahí es donde empieza verdaderamente la fiesta porque lo diciífil de las buenas ideas no es tenerlas sino saber ejecutarlas!

¡Salud e inspiración!

 

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