Primero los números. Me encantan los números. Las finanzas. La pasta. Dáme buenos datos. No me mientas. Necesitamos verdad. Deja al lado tu ego. No es fácil. Lo sé por experiencia propia. Que jodido resulta mirar el saldo del banco cuando sabes que no hay dinero para afrontar los pagos.

Nos centramos en los datos de tu empresa: el balance, la cuenta de resultados,  y la caja (evolución de tu tesorería).

¿Cuál es tu plan y qué está pasando? ¿De dónde venimos? ¿Dónde estamos? ¿Hacia a dónde vamos?

Vamos a buscar verdad y a conseguir equilibrio.

Ahora vamos a diagnosticar lo que está pasando. ¿Dónde nos duele? ¿Cuáles son los síntomas? ¿Y las causas? ¿Cuál es el problema?

Un problema es una situación NO deseada que requiere intervención; eso al menos es lo que nos enseñaban en ingenieros. 

¿Por qué no actuamos ante la evidencia? No sabemos, no queremos, no podemos… Siempre hay un poco de todo. No te preocupes. Seguimos.

Los iremos agrupando hasta que encontremos un mínimo de diez. Los ordenamos por impacto en el resultado del negocio. Un excel que entienda un niño de 12 años. Adoro el excel.

¡Te felicito! Vamos avanzando por buen camino. ¿Quien dijo que encontrar la VERDAD fuera fácil?

Sin complicaciones. ¿Me sigues?

Haremos una lista de acciones y en base a tus recursos y calendario trazaremos el plan en base al principio del 80/20. Aquí pretendemos filtrar priorizando el problema principal. Yo le llamo el «pasa o no pasa».

Me encanta esta fase del proyecto. Es como decidir con quién vas a bailar y esperar a que cuando suene la siguiente canción, tu pareja deseada siga ahí. Tranquilo; lo estará.

No tenemos mucho tiempo que perder pero tampoco podemos precipitarnos en el diagnóstico. Hay que ser super precisos con el análisis y simular escenarios valorando el resultado.

Toca ejecutar el método MSG con precisión y de manera rápida. Actuar es lo más difícil. En la ejecución está la clave del éxito pero es lo que peor hacemos.

Manos a la obra y a por el plan de acción.

Hay que buscar siempre el Producto Mínimo Viable (PMV). Aquel resultado que con el menor esfuerzo e inversión, más nos acerque a la meta.

Personas. Imprecisión en las órdenes. Resistencias al cambio. Dudas de última hora. Prisas. En todas las guerras hay siempre «balas perdidas». Keep calm.

No tengas duda de que saldremos adelante. Anda que no he tropezado yo veces. ¡Para eso estamos!

Hasta que no se vean los resultados, tal vez no todo será de color de rosa. Si todo va bien es que no hemos arriesgado lo suficiente. Hay que ser audaces. No digo yo que seamos como Magallanes pero tampoco hay que verlas pasar.

Tiene que doler un poquito, como las buenas agujetas tras una buena sesión de ejercicio. Crecer duele. Buscaremos ese puntito de dolor justo que nos haga sacar la mejor versión de ti mismo.

Eres único/a. Ahí es donde veré de qué madera estás hecho.

Nuestro GPS particular nos va llevando al destino. Nuestras métricas así lo indican.

Comparamos lo planificado contra la realidad. Actualizamos los KPI’s y fijamos cumplimiento (rojo, amarilllo y verde).

El equipo ha aprendido. Somos más ágiles y fuertes que cuando empezamos. La cultura de la empresa, ha crecido.

Volvemos a analizar resultados. Subimos el listón un poco para no dormirnos en los laureles y así “hasta el infinito y más allá”, como dice Buzz Lightyear, uno de mis personajes Disney favoritos.

Fin del proyecto. Nos tomamos unas cañas:)